Entrenamiento de Rendimiento vs Entrenamiento de Longevidad
La línea entre construir y destruir tu cuerpo es más fina de lo que crees. Te cuento por qué he tenido que cambiar la manera de entrenar para ganar años de felicidad
Hace 15 días me fui a los Pirineos a hacer lo que más me gusta del mundo: subir montañas.
Durante mis 20 y gran parte de mis 30 cada fin de semana era así. Ahora apenas salgo dos o tres veces al año y estos momentos son un tesoro escaso, precioso y muy especial.
Pero esta vez mi cabeza estaba en otro sitio.
Estaba en mi rodilla derecha.
Por primera vez en mi vida, subía a un tresmil acompañado no solo de mis amigos, sino de una rodillera, unos bastones de trekking y la certeza de que necesitaría paracetamol para la bajada.
Caminaba más pendiente de cómo aterrizaba el pie y de esas rocas sueltas (que me parecían minas anti-persona) que del paisaje que tenía delante.
¿Sabes cómo se llama esto que me estaba pasando?
Condromalacia rotuliana de grado 4.
En palabras llanas: el cartílago de mi rodilla (ese amortiguador que me ha permitido saltar, correr y hacer el idiota durante 48 años) prácticamente ha desaparecido y no va a volver. El cartílago articular se regenera apenas 1-2% al año en el mejor de los casos.
Pero el gran problema no es el cartílago, es el dolor.
Llevo un año lidiando con él.
Durante mucho tiempo tenía la esperanza que fuera una sobrecarga muscular o un desequilibrio entre músculos agonistas y antagonistas. Pero los resultados de la resonancia me han sacado de mis fantasias y me ha hecho ver las cosas como son: mi cuerpo ya no funciona tan bien como antes y no hay marcha atrás.
Y constatar este hecho y ver como el desgaste de mi cuerpo me impide disfrutar de una de mis pasiones es lo que me ha obligado a hacer un inventario brutalmente honesto de mi vida.
El juicio al Oriol maximalista
He tenido que enfrentarme al Oriol de 23 años que corría como un loco montaña abajo en el Himalaya compitiendo con un Sherpa con 30 años de experiencia, al Oriol de 35 años (CEO de Mammoth Hunters) que predicaba el evangelio del entrenamiento de alta intensidad y presentarles a su “yo” de 48, cuyo cuerpo ha empezado a pasar factura de las animaladas de antaño.
Y la conversación no ha sido agradable.
Durante una década, mi vida profesional giró en torno a una idea simple, potente pero peligrosa: llevar el cuerpo al límite.
Creía firmemente en ello.
Y, en muchos aspectos, sigo creyendo en el poder del esfuerzo y la superación. Y es evidente que para progresar necesitamos un estímulo suficiente.
Pero la pregunta que esa excursión ha grabado a fuego en mi mente es: ¿he estado entrenando para construir mi cuerpo o para demolerlo sin darme cuenta?
Esta pregunta me ha llevado a revisar casi tres años de conversaciones en el podcast con decenas de expertos en entrenamiento. Y en todas estas conversaciones, he visto emerger un patrón que ha cambiado mi perspectiva sobre el entrenamiento.
Dos filosofías con dos destinos
En el mundo del entrenamiento existen dos filosofías que, hasta ahora, no había sabido distinguir:
El entrenamiento de expansión
Es el camino del alto rendimiento. El que todos conocemos. El que yo predicaba.
Busca ampliar las capacidades. Ir más rápido, más lejos, levantar más peso. Es una filosofía inspirada en la élite, en superhombres como Kilian Jornet (un prodigio genético que entrena desde los 3 años y que es capaz de proezas sobrehumanas como subir dos días seguidos al Everest en menos de 20 horas).
Este tipo de entrenamiento es magnifico para expandir nuestras capacidades humanas y romper algunos barrotes de la prisión de terciopelo.
El problema es que el "efecto Kilian" nos ha hecho creer a los mortales que todos podemos (y debemos) entrenar así.
Es como si viéramos a Michael Jordan hacer mates espectaculares y pensáramos: "¡Yo también puedo volar!" Sin tener en cuenta que Jordan mide 1,98m y entrenaba 4 horas al día con los mejores entrenadores. Nosotros tal vez medimos 1,78m y nos pasamos 8 horas al día sentados delante el ordenador.
Cuando intentamos imitar a los dioses del Olimpo sin tener su ADN, sin haber empezado a entrenar a los 3 años o tener los mejores entrenadores detrás nuestro, el resultado no es la gloria.
Es la lesión.
El entrenamiento de longevidad
Este es un camino completamente distinto.
El objetivo no es la expansión infinita, sino la preservación de la función. No busca el récord personal. Busca la consistencia.
La pregunta clave aquí no es "¿cuántas reps más puedo hacer?", sino "¿durante cuántos años más podré seguir haciendo lo que me gusta?".
¿Qué prefieres: tres años de gloria o treinta años de diversión?
Mi conversión forzosa
Durante mucho tiempo, viví obsesionado con el primer camino.
Ahora, mi rodilla me está gritando que es hora de explorar el segundo.
Y aquí es donde entra una realidad incómoda en la que llevo días insistiendo
El cuerpo tiene fecha de caducidad programada.
No soy fatalista. Es biología pura y dura.
Nuestros antepasados no evolucionaron para vivir 80 años haciendo deportes de impacto. Evolucionaron para sobrevivir hasta reproducirse y criar a sus hijos y nietos. Unos 30-50 años máximo.
Todo lo que viene después es bonus track y las reglas del juego cambian.
¿Significa esto que hay que rendirse a los 50?
¡Para nada!
Significa que hay que ser más inteligente.
Voy a probar el entrenamiento inteligente
En esta búsqueda, una y otra vez, me he encontrado con el trabajo de Piti Pinsach.
Después de 40 años estudiando el cuerpo hasta el mínimo detalle ha desarrollado un enfoque radicalmente distinto a la norma.
No empieza por el músculo sino por el origen del movimiento. Por el core y el diafragma.
Propone un sistema de entrenamiento accesible que solo toma 10 minutos al día, se puede hacer desde casa y que, sobre todo, está diseñado para la mejora progresiva sin lesiones.
Porque la ley de Pareto también aplica al entrenamiento.
El 80% de los beneficios del ejercicio se pueden conseguir con el 20% del esfuerzo.
Pero solo si sabes cómo hacerlo.
👉🏼 Este próximo sábado, a las 12:00 del mediodía, voy a testar en primera persona este entrenamiento.
Y lo haré EN DIRECTO con Piti Pinsach. Yo, con mi rodilla destrozada y mis 48 años encima, probando en tiempo real si este método me va bien.
Estaremos en Inner Flow, un precioso gimnasio a primera línea de mar en Barcelona. Él y yo y todos vosotros.
Sin filtros. Sin guion. Sin segundas oportunidades.
Si funciona, lo verás. Si no funciona, también.
¿Por qué hago esto?
Porque estoy cansado de teorías.
Quiero que probar exactamente en que consiste entrenar de forma inteligente y quiero que esto te sirva a ti para tomar decisiones.
Si este método funciona conmigo (con mis limitaciones, con mi escepticismo, con mi exigencia y ganas de superación) entonces funcionará contigo.
Porque leer newsletters está muy bien, pero no cambia las cosas.
¿Vas a quedarte ahí sentado, leyendo sobre el cambio o vas a acompañarme en este viaje de descubrimiento?
Oriol
P.D.: Para que entiendas mejor la filosofía de Piti antes del sábado, este viernes volveré a publicar en abierto la primera entrevista que le hice. Y para los que queráis profundizar aún más, Piti organiza un webinar este domingo, 27 de julio, donde hablará de un beneficio muy concreto de su método: la prevención y reversión de la incontinencia urinaria. Es un tema tabú, pero un ejemplo perfecto de cómo su sistema trabaja desde la función y la salud, no solo desde la estética.
P.D.D.: Si tienes menos de 35 años, entrenas 4-5 veces por semana sin problemas, te recuperas bien, duermes como un bebé y tus articulaciones no te dan guerra, este método no es para ti. Sigue exprimiendo tu cuerpo joven, sigue rompiendo barrotes, sigue buscando tus límites. Pero vigila hasta donde empujas. Romperse no es inevitable y de esto te hablaré más en setiembre. Este mensaje es para los que ya hemos pagado el precio del maximalismo y necesitamos un camino más inteligente para las próximas décadas.
Hola Oriol! Me genera curisidad ese nuevo método que has descubierto y me quedaré para ver cómo funciona. No obstante, desde mi ignorancia y, según tengo entendido, no creo que 10 minutos de ejercicio al día sean suficientes. Aunque tengas 50 años, aunque sufras de dolencias. Quizás como complemento a otra actividad sí, pero sólo 10 minutos en 24 horas...no lo veo del todo. Un saludo!
Que real y madura es tu reflexión. Hay que enfrentarse al pasado, a los malos hábitos, a las agresiones que le hemos hecho al vehículo que nos lleva. Sin culpa, perdonando por no saber más. Y seguir… hacerlo todo mejor es el objetivo.