Por qué tus celos no son como los de tu pareja
La diferencia en cómo hombres y mujeres experimentamos los celos no es casualidad. Es fruto de la evolución y entenderlo puede salvar tu relación.
¡Feliz domingo!
Hoy comparto con vosotros dos ideas provocadoras y hasta incómodas que, a mí, me han dado mucho que pensar.
Aquí va la primera:
Los celos son una emoción imprescindible para la evolución de nuestra especie
¿Cómo, esa emoción que tanto despreciamos, capaz de nublarnos la mente y que nos hace hacer barbaridades es buena?
¡Pues sí!
De hecho, todas las emociones que sentimos tienen una razón de ser y nos han sido provechosas para sobrevivir como especie.
Si no no existirían.
Esto no quiere decir que siempre sean buenas, claro.
Son útiles para una cosa concreta.
En el caso de los celos, estos responden directamente a un problema que hombres y mujeres se han encontrado a lo largo de la historia de la humanidad:
Preservar la pareja.
¡Con lo que cuesta encontrar una pareja, como no vamos a poner recursos en preservarla!
Por eso hemos desarrollado los celos. Son una señal de alarma que salta cuando percibimos que alguien intenta robarnos la pareja.
(Sobre este tema del “mercado del apareamiento” vamos a hablar otro días y saldrán muchas otras ideas incómodas.)
Pero aquí puede que te preguntes:
¿Y por qué es importante preservar la pareja?
¡Y yo te felicitaría por esta curiosidad!
La respuesta la encontrarás en la segunda idea rompedora del día:
hombres y mujeres experimentamos los celos de maneras radicalmente diferentes, y esto no es casualidad ni cultura, es evolución pura y dura.
Los hombres se angustian más ante la idea de que su pareja tenga sexo con otro. Las preguntas que hacen cuando descubren una infidelidad son del tipo: “¿Te acostaste con él?”.
Las mujeres se angustian más ante la idea de que su pareja se enamore de otra. Sus preguntas son: “¿La quieres?”.
Los patrones son claros y se repiten en todas las culturas estudiadas y en todos los estudios de laboratorio que se han hecho (al final del artículo te dejo los datos por si te interesan).
Pero continuemos desarrollando esta idea:
¿Por qué hombres y mujeres sentimos celos de forma distinta?
La explicación evolutiva es elegante y lógica:
Para el hombre
El problema ancestral del hombre era la incertidumbre de paternidad.
Un hombre puede tener docenas, incluso cientos de hijos si tiene múltiples parejas sexuales.
Pero nunca puede estar 100% seguro de que un hijo es suyo.
Una infidelidad sexual de su pareja significa que podría estar invirtiendo años de recursos y energía en criar al hijo de otro.
Por eso la evolución ha calibrado la psicología masculina para ser hipersensible a las señales de infidelidad sexual.
Para la mujer
Ella siempre sabe que un hijo es suyo.
Su problema ancestral es que criar a un hijo es una inversión brutal de tiempo, energía y recursos.
Necesitaba asegurarse de que el padre se quedara y compartiera recursos para sacar adelante a esa criatura durante años.
Una infidelidad emocional es la señal más clara de que esos recursos van a desviarse hacia otra mujer y sus hijos.
Por eso la psicología femenina está calibrada para detectar amenazas al vínculo emocional.
¿Y para que sirve saber esto?
Entender esto no justifica la infidelidad ni los celos patológicos.
Pero sí nos ayuda a comprendernos mejor.
La próxima vez que tu pareja se ponga celosa por algo que a ti te parece una tontería, recuerda: no está siendo irracional.
Simplemente estáis diseñados para preocuparos por amenazas diferentes.
Y quizás, solo quizás, comprender que esas diferencias vienen de millones de años de evolución nos ayude a tener conversaciones más honestas y menos juicios cuando aparecen los celos.
Porque al final, tanto hombres como mujeres tenemos el mismo objetivo: proteger algo que valoramos profundamente.
La idea de este artículo ha salido del libro “La Evolución del Deseo” del Dr. David M. Buss. Una lectura muy incómoda y recomendable
PD: Estoy experimentando con otro tipo de contenido más corto. Deja un comentario y dime si te gusta
PPD: Aquí te dejo los datos que apoyan esta hipótesis:
Estudios con dilemas hipotéticos1:
En el primer estudio de Buss, se preguntó a hombres y mujeres qué les angustiaría más: que su pareja tuviera sexo con otra persona o que se enamorara emocionalmente. Los hombres eligieron consistentemente la infidelidad sexual como más angustiante, mientras que las mujeres señalaban la emocional.
Cuando se reformuló la pregunta de múltiples maneras (”¿qué sería más difícil de perdonar?”, “¿qué te haría más probable terminar la relación?”), los resultados no cambiaron.
Las diferencias se hicieron incluso más pronunciadas cuando se estudió solo a personas que habían experimentado infidelidades reales en sus vidas.
Replicaciones interculturales23:
Los mismos patrones se encontraron en Brasil, Inglaterra, Rumania, Corea, Japón, Países Bajos, Noruega y Suecia, demostrando que esto no es solo un fenómeno cultural occidental.
Brook Scelza estudió a los Himba, una población tribal de Namibia, y encontró exactamente los mismos patrones de género en los celos.
Estudios fisiológicos:
Cuando se conectó a hombres y mujeres a monitores que medían frecuencia cardíaca, sudoración, tensión muscular y presión sanguínea, y se les pidió imaginar escenarios de infidelidad, los resultados fueron contundentes.
Los hombres mostraban respuestas de estrés extremo (corazón acelerado, sudoración, presión arterial elevada) al imaginar a su pareja teniendo sexo con otro.
Las mujeres mostraban las respuestas de estrés más intensas al imaginar a su pareja enamorándose emocionalmente de otra persona.
Neuroimagen4:
Usando resonancias magnéticas funcionales (fMRI), se descubrió que los hombres activaban mucho más la amígdala y el hipotálamo (regiones cerebrales relacionadas con la sexualidad) ante imágenes de infidelidad sexual.
Las mujeres activaban más el surco superior posterior, una región especializada en inferir intenciones y emociones de otras personas (”teoría de la mente”).
Estudios cognitivos (memoria y atención):
Los hombres muestran mejor memoria para señales de infidelidad sexual que para las emocionales.
Las mujeres recuerdan mejor las señales emocionales de infidelidad.
En pruebas de atención, los hombres focalizan involuntariamente su atención en pistas de infidelidad sexual, mientras que las mujeres lo hacen en pistas emocionales.
Los hombres muestran tiempos de respuesta más rápidos ante señales sexuales de infidelidad, y las mujeres ante señales emocionales.
Y aquí está un metaanálisis de los datos5
stas son las referencias originales citadas por Buss en su libro, por si alguien quiere profundizar en los estudios primarios. Mi análisis se basa en la lectura de “La Evolución del Deseo” del Dr. David M. Buss así que ten en cuenta el posible sesgo interpretativo del autor.
Estoy seguro que habrá muchas críticas ya que, en general, no gustan mucho las explicaciones evolutivas al parecer que nos restan libertad de elección. Cada cual que se quede con lo que quiera.
¡Hasta pronto!
Buss, D. M., Larsen, R. J., Westen, D., & Semmelroth, J. (1992). Sex differences in jealousy: Evolution, physiology, and psychology. Psychological science, 3(4), 251-256. https://journals.sagepub.com/doi/10.1111/j.1467-9280.1992.tb00038.x
Scelza, B. A., Prall, S. P., Blumenfield, T., Crittenden, A. N., Gurven, M., Kline, M., ... & McElreath, R. (2020). Patterns of paternal investment predict cross-cultural variation in jealous response. Nature Human Behaviour, 4 (1), 20-26. https://www.nature.com/articles/s41562-019-0654-y
Buss, D. M. (2018). Sexual and emotional infidelity: Evolved gender differences in jealousy prove robust and replicable. Perspectives on psychological science, 13(2), 155-160. https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/1745691617698225
Takahashi, H., Matsuura, M., Yahata, N., Koeda, M., Suhara, T., & Okubo, Y. (2006). Men and women show distinct brain activations during imagery of sexual and emotional infidelity. NeuroImage, 32(3), 1299-1307. https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1053811906006112?via%3Dihub
Buss, D. M., Shackelford, T. K., Kirkpatrick, L. A., Choe, J. C., Lim, H. K., Hasegawa, M., ... & Bennett, K. (1999). Jealousy and the nature of beliefs about infidelity: Tests of competing hypotheses about sex differences in the United States, Korea, and Japan. Personal relationships, 6(1), 125-150 https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/j.1475-6811.1999.tb00215.x



