Dr. en Fisiología revela el descubrimiento que está cambiando la salud moderna – Iñigo San Millán
El Dr. Iñigo San Millán revela cómo la disfunción mitocondrial causada por sedentarismo origina enfermedades crónicas, y por qué el lactato es un super combustible que alimenta el cáncer.
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El fisiólogo de Tadej Pogačar expone la hipótesis revolucionaria que une lactato y cáncer, recuperando el olvidado efecto Warburg. Desmonta el mito del lactato como desecho metabólico: es el combustible preferido de las células, metabolizado en 5 minutos frente a los 30 de la glucosa. Explica cómo células tumorales utilizan lactato como señal para proliferación, angiogénesis y metástasis. Presenta el entrenamiento en Zona 2 como intervención preventiva potente al optimizar la gestión de lactato y salud mitocondrial.
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La revolución del lactato: por qué todo lo que sabías sobre metabolismo estaba equivocado
Iñigo SanMillán predijo que Tadej Pogačar se convertiría en el mejor ciclista del mundo antes de que nadie más lo viera venir. No fue intuición. Fue ciencia aplicada al límite: una comprensión profunda del metabolismo celular que hoy puede cambiar nuestra forma de entender desde el cáncer hasta el envejecimiento. Esta conversación desmonta décadas de dogma científico y te revela por qué el sedentarismo no es solo falta de ejercicio, sino una enfermedad silenciosa que empieza en tus mitocondrias.
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Ideas Clave de la Conversación
La mitocondria ya no es solo una central energética: es el centro de casi todas las enfermedades
Durante años, la ciencia relegó a la mitocondria a un papel secundario: la “central energética” de la célula. Punto. Pero SanMillán explica cómo ese paradigma ha explotado en la última década. Hoy sabemos que la disfunción mitocondrial está en el corazón del envejecimiento, la diabetes, el Alzheimer, las enfermedades neurodegenerativas y el cáncer. No es una pieza más del rompecabezas: es el tablero entero.
Y aquí viene la parte inquietante: esta disfunción no surge de la nada. SanMillán es contundente cuando afirma que “no existe la persona sedentaria sana”. Nuestros genes están diseñados para el movimiento. Cuando esos genes no se expresan porque vivimos sentados, los órganos dejan de funcionar correctamente. El sedentarismo no es descanso. Es el deterioro activo de tu maquinaria celular.
La historia de amor que dio origen a nuestras células (y por qué importa hoy)
Hace millones de años, una célula eucariota y una mitocondria se encontraron y decidieron formar equipo. La eucariota ofrecía protección; la mitocondria, maestría en el uso del oxígeno. Esta unión simbiótica, conocida como teoría endosimbiótica, dio origen a prácticamente todos los animales y plantas que existen hoy.
SanMillán cuenta esta historia porque no es solo biología antigua: es la base para entender por qué cuando tus mitocondrias fallan, todo tu sistema colapsa. Esa relación ancestral sigue siendo el motor de tu vida. Y cuando el motor se atasca por falta de uso o por infecciones que secuestran tu sistema respiratorio celular, las consecuencias son devastadoras.
El músculo: el órgano olvidado que la ciencia aún no reconoce oficialmente
Aquí está una de las revelaciones más sorprendentes: el músculo es el órgano más grande y activo de tu cuerpo, pero los libros de anatomía todavía no lo reconocen como tal. SanMillán insiste en que esta omisión no es solo semántica. El músculo esquelético es donde debuta la diabetes. Es el principal consumidor de glucosa. Es el laboratorio metabólico más importante que tienes.
Ignorar al músculo como órgano es como estudiar el sistema cardiovascular sin mencionar el corazón. Y cuando este órgano gigante se vuelve sedentario, su capacidad para procesar glucosa colapsa desde dentro, mucho antes de que tu médico detecte azúcar alta en sangre. La diabetes no empieza fuera de la célula. Empieza dentro, en mitocondrias que ya no pueden quemar el piruvato que entra desde la glucólisis.
El lactato no es tu enemigo: es el supercombustible que tu cuerpo prefiere
Todos hemos escuchado que el lactato es el “ácido láctico” que causa fatiga muscular. Falso. SanMillán despliega décadas de investigación liderada por George Brooks para destruir este mito. El lactato es una molécula omnipresente: todas tus células lo producen constantemente, como el oxígeno o el CO₂. Sin embargo, la ciencia le prestó poca atención durante décadas.
Brooks demostró que el lactato producido en las fibras musculares rápidas se oxida en las fibras lentas adyacentes. Pero lo más revolucionario: el lactato es probablemente el combustible preferido por la mayoría de tus células. Cerebro, corazón, músculo. Todos eligen lactato sobre glucosa cuando pueden. ¿Por qué? Porque es más rápido. La glucosa tarda 20-30 minutos en metabolizarse. El lactato solo necesita 5 minutos.
No es un desecho. Es un supercombustible. Y además, es una molécula señalizadora que regula procesos biológicos fundamentales.
La conexión que cambió todo: el lactato y el cáncer
SanMillán estudió su doctorado en cáncer de páncreas entre 2002 y 2007. Terminó sin haber escuchado nunca sobre el efecto Warburg. Años después, cuando conectó su investigación en entrenamiento con el metabolismo del cáncer, descubrió una de las hipótesis más fascinantes de la última década: la “lactogénesis”.
El efecto Warburg, descubierto hace un siglo por Otto Warburg, describía cómo las células tumorales fermentan glucosa incluso en presencia de oxígeno, produciendo grandes cantidades de lactato. Durante décadas se creyó que el lactato era solo un subproducto. Pero la hipótesis de SanMillán va más allá: el lactato no es residuo, es combustible y señal. Las células cancerígenas lo usan activamente para promover angiogénesis (creación de nuevos vasos sanguíneos), facilitar la metástasis y transformar células sanas en malignas a través de exosomas cargados de información genética.
Si inhibes el lactato, no hay angiogénesis. Eso lo sabe la fisiología vascular desde hace años. Pero nadie había conectado todos los puntos hasta ahora.
Otto Warburg: el genio olvidado que Einstein salvó de la guerra
La historia de Otto Warburg es digna de una película. Judío, homosexual, viviendo en la Alemania nazi. Warburg estaba un siglo adelantado a su tiempo, pero nadie lo entendía. Desesperado, se alistó en la Primera Guerra Mundial. Su madre, en pánico, le pidió a Albert Einstein que escribiera una carta para convencerlo de regresar. Einstein lo logró.
Hitler protegió a Warburg de los campos de concentración porque su madre murió de cáncer de mama y creía que Warburg podría encontrar la cura. Gracias a esa protección perversa, Warburg sobrevivió y continuó su investigación. Pero después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Watson y Crick descubrieron el ADN, todo el mundo se volcó en la genética. El metabolismo quedó vacío. El trabajo de Warburg fue olvidado durante décadas.
Hasta hace 15 años, cuando la genética no cumplió su promesa de curar enfermedades. Hoy, casi todos los artículos sobre cáncer mencionan el efecto Warburg en su introducción. El renacimiento es total.
“Esto es una locura”: la hipótesis rechazada por 7 revistas científicas
Cuando SanMillán y su equipo intentaron publicar su hipótesis sobre la lactogénesis, 7 u 8 revistas científicas de cáncer la rechazaron sin siquiera enviarla a revisión. Algunos editores les escribieron directamente: “Esto es una locura. Están más locos que una regadera”.
Al final, una revista les dio la oportunidad. Casi 10 años después, el artículo tiene más de 800 citaciones. La mayoría de los oncólogos siguen sin entender el metabolismo del cáncer. SanMillán es directo: “Si les hablas de piruvato, ya te pierden”. ¿Por qué? Porque como dijo Watson, todo el mundo se fue a la genética y el área del metabolismo quedó vacía.
El sistema está roto. Ni los gobiernos ni las farmacéuticas entran al principio de la cadena con nuevas ideas. Muchos proyectos mueren antes de llegar a ensayos clínicos. La innovación está penalizada.
El ejercicio como medicina preventiva: tu músculo puede “limpiar” el lactato del cáncer
Aquí es donde la ciencia del rendimiento deportivo se encuentra con la prevención del cáncer. Si el lactato es un combustible clave para las células tumorales, ¿qué pasa si tienes un músculo sano y entrenado capaz de absorber lactato de forma eficiente?
SanMillán ha dedicado años a estudiar el entrenamiento en Zona 2: esa intensidad en la que tu cuerpo maximiza la oxidación de lactato sin acumularlo. Para muchas personas que no han hecho ejercicio en años, correr es imposible. Caminar a alto ritmo puede ser perfecto. Están justo en esa zona metabólica.
La dosis mínima efectiva según SanMillán: olvida los 150 minutos semanales que recomiendan las guías oficiales. No son suficientes. Él ve 200-250 minutos como mínimo, 250-300 minutos como ideal. No es una sugerencia: es lo que los datos demuestran.
El ejercicio no es solo prevención cardiovascular. Es una intervención metabólica que optimiza la función mitocondrial y potencialmente protege contra el cáncer. Tu músculo entrenado puede convertirse en un sumidero de lactato que las células tumorales necesitan para crecer.
La dieta keto en deportistas de élite siempre ha fracasado
SanMillán es claro: en los casos que ha visto con deportistas de élite, la dieta cetogénica siempre ha fracasado. ¿Por qué? Porque incluso si el atleta puede adaptarse, no tiene un año para hacerlo. Y lo que realmente ha transformado el ciclismo, el triatlón y las ultramaratones de montaña no es la restricción de carbohidratos. Son los carbohidratos mismos.
Esto no es ideología. Es lo que funciona al más alto nivel. Los carbohidratos permiten entrenar más duro, recuperar más rápido y rendir cuando importa. La ciencia del rendimiento humano ha dado su veredicto.
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Libros mencionados
Los Pilares de la Tierra de Ken Follett
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